Ayuso cede ahora el Taxi a Demanda a los VTC

¿Es este proyecto piloto una oportunidad real o un paso más hacia la privatización de la movilidad?

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Madrid lanza un proyecto piloto para viajes compartidos con VTC en Valdemorillo y Boadilla

MADRID. 30 Nov. (Noticias del Taxi) – La Comunidad de Madrid pondrá en marcha en 2025 una prueba piloto en las localidades de Valdemorillo y Boadilla del Monte para que los Vehículos de Transporte con Conductor (VTC), como Uber y Cabify, ofrezcan viajes entre distintos usuarios. Este proyecto busca abordar las necesidades de movilidad en zonas alejadas de los grandes núcleos urbanos, donde los servicios de transporte actuales no son suficientes.

Una solución para zonas aisladas

El proyecto se centra en municipios con urbanizaciones dispersas y baja densidad de población, características que dificultan la eficiencia del transporte público regular. En localidades como Valdemorillo y Boadilla, donde el envejecimiento de la población es significativo, los vecinos dependen cada vez más de alternativas de transporte que les permitan mantener su autonomía.

Según la Comunidad de Madrid, este modelo tiene como referencia el programa SierraCar, un sistema de «taxi a demanda» instaurado en 2020 en la Sierra Norte. Sin embargo, hay diferencias clave:

  • SierraCar está subvencionado por el gobierno regional y utiliza tarifas prefijadas.
  • En el caso de los VTC, el proyecto piloto no contempla de momento ningún tipo de subvención. Los precios serán determinados según el reglamento del sector, y si hubiese ayudas económicas, serían gestionadas por los propios ayuntamientos.

Críticas a la iniciativa: falta de claridad y desigualdad

Aunque el gobierno regional destaca el potencial de los VTC para mejorar la movilidad, la iniciativa plantea varias interrogantes:

  1. ¿Subvenciones en riesgo? Mientras el modelo SierraCar garantiza precios accesibles gracias a subvenciones públicas, en el caso de los VTC no se asegura que los precios sean asequibles para todos los vecinos. Esto podría generar desigualdades, ya que quienes tengan más recursos podrían beneficiarse del servicio, mientras que los sectores más vulnerables quedarían excluidos.
  2. Dependencia de los VTC: Este proyecto refuerza la presencia de empresas privadas en el transporte público, dejando en manos de plataformas como Uber y Cabify una parte importante de la movilidad en zonas rurales. Esto podría debilitar aún más el papel del transporte público colectivo, como los autobuses o los taxis, que cuentan con una mayor regulación y control administrativo.
  3. Impacto en el sector del taxi: Este nuevo modelo podría incrementar la competencia desleal hacia el sector del taxi, especialmente en áreas donde ya funcionan sistemas como SierraCar. Mientras los taxistas operan bajo tarifas reguladas y requisitos estrictos, los VTC podrían ofrecer servicios más flexibles pero menos transparentes en cuanto a precios y condiciones laborales de los conductores.

SierraCar vs. VTC: dos modelos de movilidad

El programa SierraCar, que ya opera en la Sierra Norte, está diseñado para ofrecer movilidad asequible y sostenible en áreas despobladas. Los usuarios deben reservar con antelación y pagar tarifas fijas de 4 euros por trayecto, o 8 euros si el recorrido supera los 40 kilómetros. Además, los viajes están limitados a 10 al mes, salvo excepciones.

Por otro lado, el modelo de VTC plantea diferencias significativas:

  • Sin límite de trayectos: Cualquier usuario podría acceder al servicio siempre que lo necesite.
  • Tarifas variables: Los precios dependerán de las condiciones de mercado y no estarán regulados, lo que podría generar incertidumbre para los usuarios.
  • Mayor incertidumbre sobre el impacto ambiental y social: Mientras los taxis suelen tener regulaciones estrictas sobre el tipo de vehículos y emisiones, los VTC no siempre operan bajo los mismos estándares.

¿Avance o retroceso?

Aunque el proyecto piloto de los VTC podría ofrecer una solución práctica en áreas donde el transporte público es insuficiente, las políticas de movilidad de la Comunidad de Madrid continúan apostando por modelos privatizados que no garantizan igualdad de acceso.

El hecho de que los resultados del programa piloto determinen si habrá subvenciones futuras deja en el aire la sostenibilidad económica para muchos usuarios. Además, en lugar de reforzar los sistemas de transporte público o los modelos ya existentes como SierraCar, se fomenta la dependencia de grandes plataformas privadas, que operan con menor control y cuyo impacto a largo plazo es incierto.

El futuro del transporte en Madrid debería centrarse en soluciones más integradoras y sostenibles, que prioricen el acceso universal y el apoyo a los servicios públicos en lugar de favorecer a empresas privadas cuyos intereses principales son económicos. ¿Es este proyecto piloto una oportunidad real o un paso más hacia la privatización de la movilidad? La respuesta dependerá de cómo se gestione y los resultados que se obtengan en las primeras pruebas.