La agencia de la incompetencia
La tecnología de las apps de los VTC bastardos era segura y omnipotente, era un tecno-milagro que barrería a los anclados incrédulos Santo Tomás que recelaban de los milagros.
Y los taxistas merecían el castigo por escuchar la COPE y quejarse por aguantar vomitadas de los insoportables borrachos. Es más, si eras uno de los que creías que era normal darles la tabarra y además despreciarlos cómo casta inferior también tenías el derecho a pedir su extinción. Vinieron los UBER y Cabify, y el público era ajeno a la ley que se habían sacado de la manga para expoliar con desvergüenza al gremio del taxi.
Y si, mientras desde las alturas, políticos y miembros de la judicatura eran comprados impunemente junto a periodistas que los justificaron, aparece una organización en Barcelona con sangre joven, renovada sin anclaje de antiguas organizaciones con el pasado que tenía adormecido al colectivo.
Élite Taxi y Taxi Project nacen para dejar de escamotear a todo el mundo una verdad inconfesable sobre una intromisión repugnante sobre un colectivo de trabajadores de la extracción más baja social que han sido objeto de un abuso constante.
Hicieron tan bien su trabajo que fueron amenazados por la CNMC, un órgano que sirve a las multinacionales que vienen a romper el desarrollo habitual de los servicios públicos regulados por la administración para a través de sus lobbies imponer una organización oligopólica que pretende implantarse sin competencia ninguna para imponer sus precios.
Era un estrés despedazador que generaba una desorientación cuando el cambio era demasiado rápido y nos tememos que se utilizó a la agencia de la competencia para planificar sus fines oscuros.
Mañana concentración a las 11 alrededor de la Torre Agbar para exigir la dimisión de los autores del disparate. En Bolivia con Badajoz. Os esperamos.