La muerte silenciosa de los taxistas de Kuching
KUCHING, MALASIA. 18 May. (Noticias del Taxi) – Cada mañana, Tan inicia su día temprano, desayuna y se dirige en su taxi al Aeropuerto Internacional de Kuching, esperando que la jornada sea mejor que la anterior.
Se une en silencio a una fila de otros taxistas, motores encendidos al ralentí, observando cómo llegan los vuelos. Sin embargo, pocos pasajeros se acercan a los taxis, ya que la mayoría prefiere pedir un Grab desde su teléfono móvil.
Las horas pasan lentamente. Tal vez consiga un cliente, tal vez no. Al llegar la tarde, es probable que solo haya transportado a dos o tres personas, con una ganancia que no supera los RM100 diarios.
Sobrevivir con lo justo
Con esos ingresos, apenas puede cubrir la gasolina, el mantenimiento del vehículo o sus alimentos diarios. Las averías se acumulan. Y tras pagar el seguro, los impuestos de circulación e ingresos, casi no queda dinero.
Esa es la lucha silenciosa de muchos conductores de taxi veteranos, una realidad que se vuelve más común a medida que los servicios digitales dominan el transporte urbano.
Un oficio en extinción
Lo que alguna vez fue una industria clave dentro del transporte público de Kuching, ahora parece ir desvaneciéndose lentamente.
El crecimiento de las plataformas de transporte electrónico ha hecho que cada vez más personas opten por aplicaciones móviles, dejando a los taxistas tradicionales sin clientes y sin respaldo.
Aunque hubo intentos de protesta, sus reclamos fueron opacados por la modernidad, los cambios legislativos y la comodidad tecnológica. Hoy, hombres mayores de 60, 70 y hasta 80 años siguen llegando cada día al aeropuerto, esperando que algo cambie.
Para ellos, ya no se trata solo de trabajar, sino de sobrevivir.
Esperar es parte del trabajo
Desde antes del amanecer, forman filas ordenadas frente al aeropuerto. Pasan las horas leyendo el periódico, conversando o simplemente observando la zona de llegadas, esperando que algún pasajero prefiera un taxi en vez de una app.
En ocasiones, vuelven a casa sin haber ganado nada. Otras veces, apenas obtienen lo justo para comer y cargar algo de gasolina.
“Ya nadie usa taxis. Solo nos queda esperar”, compartió uno de los conductores con tono resignado pero firme.
Conducir no es una elección, sino una necesidad
Tan, que pidió no revelar su nombre completo, ha trabajado como taxista durante más de 40 años. Antes fue carpintero, orfebre y sastre, pero en su madurez optó por conducir, no por gusto, sino porque no tenía otra opción.
“Tengo una familia que alimentar. No puedo simplemente dejarlo”, explicó.
Hoy, solo transporta dos pasajeros al día, y su ingreso apenas le alcanza para una comida en el kopitiam. Se estima que su ingreso mensual no supera los RM2.000.
Al preguntarle por qué no cambia a una plataforma como Grab, su respuesta fue clara:
“Moriría de hambre aún más rápido”.
La comodidad de la tecnología gana terreno
Tan no es el único en esta situación. Como él, muchos taxistas veteranos han visto cómo su clientela se va reduciendo ante la conveniencia de los servicios por app.
Con precios dinámicos, pagos digitales y seguimiento en tiempo real, las plataformas digitales ofrecen ventajas difíciles de igualar para los taxis convencionales.
Aun así, la competencia dentro de estas aplicaciones es feroz, y las comisiones reducen los ingresos. Para quienes mantienen una familia, no es una alternativa viable.
“Si estás soltero, tal vez funcione. Pero para alguien con responsabilidades, no es sostenible”, comentó Tan.
Buscando equilibrio entre dos mundos
Yong, otro taxista veterano, ha intentado complementar sus ingresos utilizando también Grab. A sus más de 70 años, combina ambos trabajos desde hace casi una década.
“Grab es flexible, pero requiere mucho esfuerzo para generar ganancias reales”, dijo.
Sus ingresos mensuales oscilan entre RM2.000 y RM3.000, antes de deducir gastos como gasolina, mantenimiento e impuestos. Asegura que si el vehículo no es eficiente en consumo, se gasta más de lo que se gana.
Aun con un auto económico como el Perodua Bezza, los costos de reparación son inevitables a largo plazo.
La falta de apoyo agrava la situación
Ambos conductores coincidieron en que el respaldo gubernamental ha sido prácticamente inexistente. Tan recordó que, durante la administración de Najib Razak, recibieron neumáticos nuevos durante un par de años. Desde entonces, nada más.
Yong criticó los taxímetros anticuados e inexactos, señalando que ya nadie confía en ellos.
Actualmente, solo quedan unos 180 taxistas activos en Kuching, una cifra muy por debajo de los más de 500 registrados en años anteriores.
El relevo generacional es casi inexistente
Mientras el transporte digital crece, los taxis parecen no tener futuro.
“Hoy renuncia un conductor de Grab y mañana hay otro nuevo. Pero nadie quiere ser taxista”, afirmó Tan.
Incluso ellos, aseguran, no quieren que sus hijos hereden este trabajo, pues saben cuán duro es.
Un laberinto burocrático difícil de superar
Obtener una licencia de taxi no es simple. Requiere cumplir criterios estrictos establecidos por la Junta de Licencias de Vehículos Comerciales (CVLB):
- Tener entre 21 y 60 años
- Poseer una licencia válida de conducir y una licencia PSV
- El taxi debe tener menos de 10 años
- Demostrar solvencia económica y pasar una entrevista
Solo se permite una licencia por solicitante, y se otorga preferencia a exfuncionarios públicos o personal de seguridad.
Para los más mayores, estos requisitos son una barrera más en una industria que se desmorona.
Un adiós silencioso
La industria del taxi en Kuching no ha desaparecido de un día para otro, pero está en clara decadencia, sin titulares, sin indignación pública, y sin un plan de transición.
Por ahora, los conductores continúan su espera, estacionados frente al aeropuerto o en alguna acera, aferrándose a un oficio que cada vez menos personas valoran y aún menos están dispuestas a continuar.
Mientras la ciudad avanza hacia el transporte digital, surgen las preguntas:
¿Qué pasa con quienes quedan atrás?
¿Y qué sucede con una ciudad cuando una profesión entera se desvanece sin que nadie lo note?