Los taxistas italianos paralizan el país contra la competencia desleal
Detrás del descontento de los taxistas está el nuevo Proyecto de Ley de Competencia, lanzado por el gobierno el 5 de noviembre y que, entre otras innovaciones, tiene como objetivo promover la competencia en el sector del taxi y de los NCC (VTC).
En seis meses, el gobierno tendrá que «adaptar la oferta de servicios a las nuevas formas de movilidad que utilizan aplicaciones y plataformas tecnológicas» para conectar pasajeros y conductores, «reduciendo los requisitos administrativos para los NCC».
Por lo tanto, se vuelven a abrir las puertas a Uber y similares, históricos en la competencia desleal, tanto en Italia como en todo el mundo, contra los que los taxistas italianos ya habían protestado ampliamente en los últimos años. Hasta el punto de que, mientras que en bastantes ciudades de Europa las aplicaciones siguen funcionando, en Italia ya no están completamente operativas.
El proyecto de Ley de Competencia se vuelve absolutamente preparatorio para aquellas multinacionales que, a través de la desestabilización de la regulación, pretenden acaparar el mercado del transporte, pasando por encima de todos los principios reguladores y garantías del servicio público.
La Ley, más que penalizar al sector, mata el transporte público en la plaza del pueblo. No hay competencia, es la legitimidad de las multinacionales abusivas, ya que permitiría a cualquiera lidiar con el transporte de personas sin ninguna regla que proteja sobre todo a los clientes.
El Decreto -mal llamado de ‘competencia’- no es tal, ya que los taxistas están ligados por la territorialidad de la licencia, por tarifas que no son gratuitas, sino pactadas por los municipios, por una restricción de turnos y períodos de descanso, de vehículos, etc. Los taxistas también han hecho una inversión en la licencia que al final de su carrera laboral actúa como indemnización. Todo depende del taxista, sería el fin de miles de familias en toda Italia.
Los riesgos asociados con la liberalización del servicio para los NCC son infinitos, especialmente para los usuarios. La garantía de la profesionalidad del servicio colapsaría, la movilidad estará ligada a un algoritmo quizás ubicado en California, no a una tarifa pactada por instituciones locales que garanticen precios iguales para todos sin distinción y controles sobre el servicio público de taxis.
Además, está el discurso social, los taxistas colaboran con las instituciones, tienen todo el interés de que las ciudades sean seguras y habitables. Si necesitan intervenir en la calle para ayudar a alguien con dificultades, no retroceden. Una garantía que une a ciudadanos, instituciones y taxistas.
Los taxistas advierten que en el caso de que el gobierno otorgue estos beneficios a las multinacionales, la batalla no se detendrá.
Los taxistas italianos paralizan el país contra la competencia desleal