Análisis del taxi en Galicia: VTC, Seguridad y Transporte Pirata

Análisis del taxi en Galicia: VTC, Seguridad y Transporte Pirata

Análisis del taxi en Galicia: VTC, Seguridad y Transporte Pirata

Una licencia de taxi en A Coruña se está pagando a 125.000 euros. Cantidades similares o un poco superiores a las de Santiago, Vigo o Ferrol.

En poblaciones como Arteixo o Sada, los precios oscilan entre los 50.000 y 70.000 euros.

El sector del taxi gallego no está en su mejor auge y no exclusivamente por la competencia desleal del Uber y Cabify, sino también por el transporte pirata.

Este transporte pirata, conocido y perseguido en todo el mundo, se trata de vehículos particulares que traen y llevan gente a escondidas a bajo precio, sin contar con autorización ni seguro de transporte.

A día de hoy existen 1.486 licencias de taxis en la provincia.  A ellos hay que sumar 252 autorizaciones para operar con Vehículo de Transporte con Conductor (VTC).

Más oferta que demanda

Debe añadirse, según Manuel Sánchez Quindimil, presidente de la Federación Galega de Autónomos do Taxi, que en muchos lugares hay más licencias de las debidas.

La oferta supera a la demanda. Por ejemplo, A Coruña cuenta actualmente con un total de 522 licencias, una cantidad excesiva en palabras de un sector que afronta también un nuevo fenómeno: el de los coches que doblan turnos.

Antiguamente, los taxistas cumplían con su horario y, al finalizar, aparcaban el coche hasta la próxima jornada. Ahora, con los elevados índices de paro, muchos son los dueños de una licencia a los que, en el mismo día, les toma el relevo un familiar o amigo para poder lograr unos ingresos.

«Esto ocurre ahora porque hay mucho paro, que si no la gente escapa del sector del taxi. La consecuencia es que, con esta práctica, salgas a la hora que salgas va a haber mucho taxi», lamenta el conductor Valentín García.

Inseguridad

La inseguridad también es otro de los grandes quebraderos de cabeza en el sector.

Hubo un tiempo en que la profesión de taxista era de las más peligrosas.  Se sufrían atracos a diario y de muchos se salía gravemente herido.

La de los noventa «fue una época horrorosa», recuerda Daniel Gómez, que lleva 32 años girando el volante. Para los toxicómanos, los taxis eran cajeros fácilmente vulnerables. Hoy, con el GPS, la conexión con la centralita, la cosa ha mejorado. Pero no lo suficiente.