Torrente 6: Operación Uber Files IV

Ayuso se entrega a José Luis Torrente

Torrente 6: Operación Uber Files IV

Torrente 6: Operación Uber Files IV

Ayuso se entrega a José Luis Torrente

Madrid, 6 de la tarde. Se siente el frío, la dentadura tirita. El despacho de José Luis Torrente recibe una visita: Señora Ayuso, por favor siéntese. Como me alegro, si supiera usted la de veces que la he votado… ¿A qué debo su inesperada compañía?”.

Mientras la acomoda en un sucio sofá, el ex-teniente babea. Vaya jaca, menuda piba desperdiciada en política. -Recordaba en su visita a Nueva York, a esas rubias yankies, colocándoles los billetes de 10 dólares en las bragas del bikini-. La política las echaba a perder.

“Verá usted señor Torrente, hace un año cometí el error de fotografiarme con un vehículo de Uber. Ellos me convencieron, ya sabe… Usted sabe como van estas cosas. Las influencias. el querer presumir de liberal. No piense que hubo dinero, y si lo hubo nunca lo supe, lo lleva mi asistente que se ocupa de lo más trivial. Pero vayamos al asunto: Usted tiene unos papeles que me comprometen. Se perfectamente que entre usted y los taxistas manejan esos papeles a conveniencia. Por ello le propongo como doble agente. Siga con esos taxistas y cooperando con el Gobierno de Pedro Sánchez, pero saque los informes de Uber Files relativos a mi persona. Hágamelos llegar antes que alcancen la opinión pública, y se lo digo con sinceridad: De facha a facha. Usted sirvió al Generalísimo y por ello es su deber servirme a mí”.

Esa mirada de cordera degollada conquistaba su cerdo deseo.

“Señora Ayuso: Agradezco de corazón su confianza y sepa que está usted en buenas manos. Que nuestra fidelidad a los valores patrios insuflará de orgullo a nuestra nación. Que caí en la tentación de ayudar a esos taxistas no sabiendo que sin querer ayudaba a la Generalitat a imponer una visión más humana del Servicio Público y con ello dar mejor imagen de los catalanes, a los que siempre debemos odiar por hablar en polaco y hacer unos Juegos Olímpicos que Madrid debería haber realizado. Bueno, señora Ayuso, esto le saldrá por casi medio millón de euros…”

“Joder, Torrente, eso es casi lo que ganamos con las mascarillas…” La lagarta empezando el regateo. Torrente estuvo revolcándose con ella en una pesadilla dónde tuvieron un hijo catalán y negro como la Virgen de Montserrat. Lo dejaron en la puerta del Monasterio de Poblet. La amaba y compartían ideales y un hijo negro polaco nacido en un sueño siniestro.

“Pero debe contar que necesito pagar a contactos, esos gastos están incluidos en la minuta. Y su hermano no tiene ni maneja el amplio equipo de ayudantes y dispositivos de escucha. Están caros, aunque por mis contactos los puedo comprar de segunda mano. Que sean billetes de 500 para manejarlos en el Peñón, que tengo una barquilla que hay que dar de comer. Me refiero que hace un año que no pago el amarre”.

Mientras marchaba, Torrente veía un culote descomunal. En las películas ya sería el momento del primer revolcón, pero aquí lo que tocaba era pensar como hacerse con los papeles y borrar las pistas que iban a la Comunidad de Madrid. Pero sí, la Muñeca Diabólica era guapa y tenía sus mismos valores.

Pero, quién tenía los papeles Uber Files. Se dirigió a la Sede Central de Los Caracoles.

Después de que le obligaran a dejar la pipa en la puerta, no sea que le diera por atentar contra el Peseto, después de que este le sustrajera los Uber Files mientras fornicaba (peor que quitarle la comida a un Rottweiler).

“A ver, Torrente, qué coño quieres. Cómo te voy a decir por dónde andan los papeles. Me ves cara de gilipollas?”

Torrente le agarró con firmeza del paquete: ”Te acuerdas de las pajillas? Me utilizaste sabiendo lo cachondo que me ponen…”

Mientras hablaba le iba estrujando la tranca. El Peseto no podía gritar por el que dirán, aunque se moría del horrible dolor. Torrente le dio un puñetazo. El Peseto cayó. Luego le sacó el ciruelo, que ató a la mesa. Así, con la cuerda controlaba el dolor, infringiendo más o menos según conveniencia. Lo aprendió en el Cuartelillo de Intxaurrondo, donde se instruyó mientras otros perdían el tiempo en discotecas.

“Lo que más me cabrea es que me interrumpan en mitad de un buen polvo. Sabes lo que me costaron aquel par de marquesas? 500 putos euros. Y ya sabes que los socialistas han prohibido el amor más sincero: El de previo pago, con lo cual guardo un recuerdo amargo de lo que igual es mi ultimo polvo. Gracias a ti y al cabrón del Baena”.

Torrente abrió varios cajones hasta que encontró dinero en efectivo. No cogió 500. Aprovechando la coyuntura se llevó 3.000 machacantes. Luego puso su trasero sobre un Peseto derrotado y comenzó una fase de pedos, la especialidad del Diablo de Alighieri.

El Peseto, asfixiado, reaccionó: “Los papeles los tienen los catalanes. El Baena y Fran Castro dirigen la Operación Uber Files. Dios, Torrente, Vete a cagar a otra parte”.

“Gracias. Y no le digas a tus muchachos lo de las pajillas. Yo respeto tu reputación y sólo doy informes si son bien pagados”.

Torrente aún recordaba su primera visita a Barcelona, cuando era un excelente confidente, pero ahora juntaba a su gran experiencia a su mentora, la que deslumbraba en las urnas.

Convocó a Fran Castro y al Baena en el Paraiguas, junto al Ayuntamiento de la Colau. Fue per feina:

“Sabéis que estoy de vuestro lado. Lo mucho que ayude’ con el asunto de la cabeza de Silfredo. Dónde están los Uber Files?”

Mientras iban llegando las bebidas al sótano del Paraiguas, Baena y Fran Castro se sinceraron:

”Tenemos un chivatazo de a qué has venido, cabrò, te has vendido al fascismo más retrógrado, el de la CAM.”

A Fran Castro le apoyó Baena: “Sabemos que eras un confidente en el 67, cuando estuviste delatando a los catalanes del PSUC y a los anarquistas. Los papeles Uber Files no volverán a Madrid.”

Pese a emborracharlos no logró convencer a nadie. En Barcelona lo tenían calado. Había que cambiar de plan.

Torrente prefirió el AVE. Desde Atocha fue directo a la CAM. Ayuso no lo podía creer. Su último cartucho desperdiciado. Ese detective, fiel al Régimen de Franco también le había traicionado. Como el puto Casado.

“A ver, gua pilla (Asi separado remarcaba su loca ambición), esos catalanes son raros. Eran fieles a su equipo de fútbol, como somos los del Atlético, a pesar de que todo se lo
llevaba el Madrid gracias a los arbitrajes del cabrón del Plaza. Quieren sus servicios públicos, más que el resto de españoles y por ello quieren su independencia, para subvencionarlos. Por eso los demás taxistas españoles les dejaron a ellos los Uber Files. Para que poco a poco mejoraran este país caótico donde triunfa tu hermano.”

“Pero, Torrente. Traidor. Has cambiado de bando?.”

“Presidenta: Ya sabes que soy de los tuyos, que comparto tus ideales. Pero has ido más lejos de lo aconsejable. Quizás porque te querías reír de ellos rebajando esos impuestos que reparten entre el resto de españoles. No todos viven plácidamente en Pedralbes. Otros viven en Badalona, donde el dinero común es vital para subsistir.”

“Marica, eres un maricón adicto a las pajillas. Ahora volverán los mismos que te prohibieron los prostíbulos. Y acabarán con los toros. Y subirán los impuestos. Nadie ve lo que he hecho por este país?.”

Ayuso se desplomaba, mientras Torrente robaba el sobre con el dinero que no merecía.
La Presidenta vio este acto mezquino y enloquecida echó mano de su revólver. Lo descargó sobre Torrente, que cayó ensangrentado sobre la alfombra ya roja del hall. Exhaló su último aliento. Quiero decir que murió mirando a esa bella muchacha que un día disfrutó en una pesadilla.

Mientras tanto el Telediario, que utilizaba un avatar virtual digital de Leticia Ortiz, publicaba las primeras imágenes de Isabel Díaz Ayuso hace ahora tres años en las cuevas, escondida en Formentera.

Junto a su bello cuerpo desnudo tostado por el sol, se distinguía un bolso. Aquí se ampliaba la imagen: Lo que podía ser un billete morado. Y en lo alto, un auto de Uber se distinguía cruzando el acantilado.

Ayuso no podría parar al cuarto poder de las rotativas que empezaban a girar sus ruecas. España estaba cambiando. Gracias, también, a los cabrones de los taxistas catalanes. Los que llevaban su lucha al resto de España.

En cuanto al asesinato de Torrente, nadie lo supo. Ayuso tenía la llave del Valle de los Caídos. La tumba del Caudillo estaba vacía.


“Eso no tiene importancia señor Presidente, los caracoles son hermafroditas”

 

Torrente 6: operación Uber Files

 


Torrente 6: Operación Uber Files II

 

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Torrente 6 Operación Uber Files III

 

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